18 mayo 2008

coyote ugly.

Me siento sucia, y me siento ebria. Y en ese orden. Es Domingo, son las 2 de la tarde, mi madre gritonea desde la cocina de este departamente que no es suyo, cada dos frases tengo que devolver el cursor a corregir mis fatlas de oortgrafia, y solo pienso que si no escribo algo, mis pulmones se van a reventar.

Todo da vueltas. Mal.

No hay orden lógico en mi cabeza. No me acuerdo donde partió todo ni porqué. Recuerdo una sala, una puerta... Está Alberto y Marcelo y otros compañeros, y la Coni me ofrece copete como si fuese medicina para el alma. Medicina para el alma... Dios mío, ¿qué estoy escribiendo?

Yo miraba la puerta y esperaba que entrara el Nico, que no llegó. Y nunca llegó, de hecho, a mi casa tampoco. Desde la última vez que escribí el Nico no volvió a aparecerse por mi pieza, y como ya agoté toda excusa que justifique mi presencia en facultad, no lo he visto. La Coni me dijo que estaba más feo y más gordo, como si el idiota pudiera afearse en tres semanas. No le creo, obviamente.

Para de gritar, mamá.
Por qué grita, vieja de mierda. Con razón mi viejo la dejó.
Sigo.

Me acuerdo de la música... Sonaba esa canción maldita de no se qué sexy movimiento, y en mi cabeza lo único que sonaba era el tara nana nananana de Soul Meets Body, que fue la última canción de mierda que habíamos escuchado juntos. Nico de mierda, y la Coni me pegaba en el brazo porque lo estaba diciendo en voz alta y porque me estaba volviendo latera, me dijo.

Así me partí moviendo al frente del Alex, que es, por lejos, el más feo de todos mis compañeros y el más imbécil. Y me llegan las imágenes de él tomando mi cintura y de su risa tan cerca de mi cara... Que asco, ay, que asco.

Y después no se como llegué a un baño y la Coni que gritaba afuera porque el Alex se le estaba tirando también, y mi pelo y. Cresta.

cresta cresta cresta madre. El Nico, el Nico me sujetaba el pelo.

- Última vez que te aguanto que traigas niñitos a alojar acá, Josefina- dice mi vieja, abriendo la puerta con su habitual insolencia y falta de tino.

Y yo... yo no pienso salir jamás de esta pieza. Porque en la pieza de al lado duerme un niñito, uno que...

- Mamá... ¿por qué estai' acá?

- Tu amigo me llamó. Estaba preocupado que fueras a hacer algo... de que fuera a volverse a loquita denuevo.

Definitivamente no vuelvo a salir de esta pieza. En una de esas puedo seguir escribiendo por siempre, por lo menos, hasta que todos se olviden de anoche y se vayan de mi casa.

Todo da vueltas...
Hace meses da vueltas, y me quiero morir. Mal, mal.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

como comentaba antes. reviso a diario esto a ver si encuentro algo nuevo.
Me alegraste mi triste tarde con tu triste historia. Pero un poco de exceso no le hace mal a nadie alguna vez. Además ese sentimiento de asco suele suceder bajo las circunstancias en las que te encuentras. Me ha pasado... dolor, un poco de soledad, y alcohol: inhibidor temporal de la pena, pero lo potencia después, y con creces. Es un poco terrible. Lo bueno es que en carretes así no vale.

Anónimo dijo...

Por alguna extraña razón la forma, casi light, en que comentas todo, -que no tiene mucho de light-, me recuerda un montón de cosas, es casi como oler mi pasado, yo creo que eso me hace venir siempre por aquí y mirar con la idea de que cada vez que haga click en la pestaña que dice "trastorno afectivo multipolar" en mis favoritos, encontraré una nueva parte de la historia.
Un agrado también saber que visitas mi espacio, al parecer, al igual que el tuyo, no es muy visitado, pero me vale madre, con que un par de personas lo lean es suficiente, a mi me relaja escribir algo, aunque no sea muy bueno en ello.
Un abrazo, te leo en la próxima.

Anónimo dijo...

(escribir se supone es mi tto psiquiatrico post-puber recomendado, asi que debo seguir haciendolo, tga o no publico.)

y qué pasó con eso?... espero que sigas, suelo visitar a ver si algo nuevo aparece.... lo seguiré esperando.

Te invito a vestir un ataúd por un momento que sea, so, pasa por mi blog.