01 mayo 2008

la auto-inmune.

Hola, mi nombre es Josefina, y estoy en búsqueda de escribir lo realmente propio.

La Feña dice que soy bonita, y me discute cuando yo me pregunto en voz alta cómo es que el Nico alguna vez me pescó. Ella me dice que no sea tonta, pero yo me miro y me remiro en el espejo, y la única imagen que me devuelve el muy maldito es la de dos ojos demasiados grandes, y una sonrisa de dientes chuecos y encías rojísimas. Y eso que me mamé los frenillos por tres larguímos años.

La Coni que estudia medicina y está pasando por ese año clínico en que todos los médicos se juran la raja, me dijo que las encías sangrantes significaban lupus, la típica enfermedad que dan en Dr. House. Como yo no veo Dr. House y la gente enferma me deprime, me explicó que era una enfermedad “auto-inmune”, algo así como que mi propio cuerpo se estaba autodestruyendo. Me interesé altiro... ¿te cachai tu propio cuerpo odiándose tanto que empiece a suicidarse desde adentro? La Coni se enojó, preocupada, porque desde que me salí de la U se le metió la idea de que en cualquier momento me voy a tirar del balcón de mi departamento, o que el día menos pensado le van a avisar que amanecí muerta, atragantada con las miles de muestras médicas que sobran en mi casa. No saco nada con explicarle que si me salí de la carrera fue justamente para evitar morirme de lata.

En una de esas el Nico me pateó por ser demasiado auto-inmune. Quizás se asustó y pensó que esta enfermedad inventada que me come por dentro y me hace escupir sangre cada vez que me lavo los dientes, era contagiosa. Cuando me dijo que yo le gustaba pero que aún así no era suficiente, me quedé boqueando como pez fuera del agua, y la boca se me llenó del peor sabor ferroso conocido, como si las benditas encías hubieran partido su autoflagelación al ritmo de las palabras condecendientes de este otro idiota. Cerré la boca del puro susto, les juro.

Yo sé que mi curso piensa que me retiré por culpa de él, porque no iba soportar seguir viéndolo todos los días, con mi corazón hecho trizas y mamonerías varias. La verdad es que no me importó nada de eso, yo lo único que quería era un poco de tiempo extra para ponerme al día con mis lecturas, para escuchar la música que me habían recomendado durante los últimos 2 años y que nunca tuve tiempo de escuchar.

La Feña dice que soy bonita pero no le creo, porque ella me quiere demasiado y es como si te estuviera hablando tu vieja: obvio que te dice lo que quieres escuchar (no que mi vieja me haya dicho alguna vez algo parecido). La Feña piensa que lo mío es una etapa existencialista, producto de un desencanto amoroso reciente, un par de trancas familiares de años, la posesión de un gato depresivo y un gusto exagerado por la literatura posmodernista. La Jóse piensa, le digo siempre, que su amiga es una aspirante a sicóloga pasada a caca, y que lo único que quiero es que me dejen leer tranquila.

Ella es la que me aconsejó hacerme un blog. Yo en un principio me negué, porque encuentro patético exponer tu vida así, aún cuando me sobra el tiempo y la displicencia para hacerlo.

- ¿Te has puesto a pensar que quizás no fueron tus encías hemorrágicas las que alejaron a Nicolás [la Feña siempre habla como en las películas] sino esa negativa tuya a darte a conocer mejor?

- ¿Y que tiene que ver Nico con todo esto? Y respóndeme con vocabulario de gente inculta, plis.

- Que a lo mejor si dejai’ de ser esta especie de clóset cerrado, oscuro, misterioso y frik, el weón se da cuenta de la media mina que se perdió, poh. A lo crónicas de Narnia, ¿cachai?

En verdad no caché nada, pero por alguna extraña razón ese diálogo zanjó la discusión.

Entonces...
Hola, mi nombre es Josefina, y estoy en búsqueda de escribir lo realmente propio.

...Patético.

1 comentario:

Anónimo dijo...

algún día quisiera tener la sinceridad de josefina y no darme tantas vueltas en palabras y emociones innecesarias.